Los combustibles fósiles se agotarán en apenas un siglo, y no nos conviene dejar que sigan liberando gases de efecto invernadero a la atmósfera durante más años. La energía nuclear de fisión que, olvidado el desastre de Chernobyl , comenzaba a ganar adeptos, vuelve a estar muy en entredicho después del reciente episodio de Fukushima . La eólica y la fotovoltaica parece que no son capaces de asegurar un suministro en constante crecimiento. Ante este panorama, la humanidad se ve obligada ya a buscar y a hacer rentables otras formas de energía. Las más nueva y prometedora es la energía de fusión, es la energía de las estrellas, la misma que produce el sol y que alimenta la vida que conocemos.
La idea de construir un reactor de fusión nuclear se remonta a 1985, cuando los entonces presidentes de la antigua Unión Soviética y Estados Unidos, Mijail Gorvachov y Ronald Reagan respectivamente, suscribieron un acuerdo para desarrollar un proyecto conjunto. El ITER (de las siglas en inglés Reactor Internacional Termonuclear Experimental, y que también significa "camino" en latín) se formaba en 1986 como consorcio internacional formado por dichos países, Europa (a través de EURATOM, y Japón, como paso previo antes de poner en marcha un verdadero reactor comercial. Desde entonces, el proyectos ha sufrido varios retrasos y su presupuesto se ha elevado a más de 13.000 millones de euros. Para la ubicación del reactor fue candidata la localidad de Vandellós, aunque fue descartada en beneficio de la localidad francesa de Cadarache. La infografía siguiente ilustra los aspectos ténicos del proyecto. (si no lo veis bien en este enlace lo tenéis a pantalla completa)
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